domingo, 24 de enero de 2010

Sin nadie

Hola :)
Esta semana me toca de nuevo. Espero que os guste.

Se sentía solo.
Hablaba y nadie escuchaba. Pedía ayuda y nadie acudía a socorrerle. Gritaba, y solo un eco apagado de su propia voz respondía.
La soledad, que parecía haber adquirido forma humana, era la única persona que lo acompañaba.
Por ello se decidió, y tratando de hacer su existencia más llevadera, esculpió en barro una figura a su imagen y semejanza a la que otorgó aquello a lo que atribuía su estado, aquello que lo distinguía del resto por ser él el único que lo poseía: la vida.

Y desde aquel momento, Dios se sintió acompañado.

Dedicado a Silvia, mi querida joticboja ;)

domingo, 17 de enero de 2010

¡Hola! publico con una semana de retraso, pero me ha resultado imposible hacerlo antes. Aquí os cuelgo el nuevo relato. ¡Un saludo!
Hace muchos años poseía una visión distorsionada del mundo. Temía las arenas movedizas que atrapaban a los hombres en "Tarzán". El corazón se me encogía y cerraba los ojos suplicando que no me pasara nunca. Hasta que, un día, empecé a hundirme en el fango. Me pilló desprevenida y no sabia qué hacer. Tenía la certeza de que todo había terminado. Fue entonces cuando mi pie palpó algo duro, y, desesperada, me impulsé con la mayor fuerza posible. Corrí sin mirar atrás como si fuera la protagonista de mi propia película. Perdí un zapato nuevo, y olvidé los yogures de cristal.
La espina bífida de mi tío me hacía creer que nuestra familia había sido condenada por una terrible maldición. Que mis antepasados eran poderosos brujos y por culpa de un error fueron descubiertos. Él pagó el castigo y muchas veces me daba pena. Aún así, seguía sintiéndome especial.
No encontraba mejor modo de defenderme que las amenazas. Y es que mi Primo Paco, de metro noventa era, no hace tanto tiempo, un gigante ante mis ojos. Por supuesto el hecho de tener un gigante sangre de mi sangre, era un arma letal contra cualquier intento de burla.
Mis estrambóticas maías irritaban a mi madre. Mascaba gomas de borrar y teñía los chicles. Para probar nuevas cosas, vaya. Una tarde me apetecía inovar. Descubrí que al frotar las minas de los lápices en la bañera se desprendía un fino polvillo infalible para luego cubrirte la piel. Poco a poco me fui manchando hasta que , sin yo notarlo, era totalmente gris. Supuse que debía hacer algo, y que mejor opción que presentarme como un marciano. Así lo hice. Aparecí en la habitación de mi hermano y lo solté de golpe. Se puso a llorar, claro.

Lo que viene después es fácil imaginarlo.

Tardé varios dias en recuperar mi verdadero tono de piel.

Era pequeña y la imaginacón me jugaba malas pasadas. Es ahora cuando soy consciente de que se trataba de un charco de barro y que, por mucho que me gustara, mi primo no era un ser excepcional.

En fin, son cosas de las que me doy cuenta según van pasando los años.
Patricia.

domingo, 3 de enero de 2010

Declaración

Este domingo me toca publicar a mí, Inés. Espero que os guste. Tened un feliz año todos :)


Alguien me dijo en cierta ocasión que era mejor arrepentirse de lo que hacías que de las cosas que, por temor o cobardía, nunca llegabas a realizar.

Quizá fue aquello lo que me impulso a hacerlo.

Creo que en ningún momento llegué a estar segura del todo. Fue un acto rápido que apenas pensé, movido por el intento de dejar atrás un sufrimiento que me atormentaba desde hacía bastante tiempo.

Los hechos eran claros. Él era elegante, inteligente, culto, interesante. Él era la perfección. Y yo tan solo tenía los ojos azules.

La sola idea producía en mí un enfrentamiento de sentimientos; una verdadera batalla que me destrozaba por dentro. Cada vez que lo pensaba, la voz, nacida en la razón, ridiculizaba mis ilusiones burlándose de lo absurdo. Pero aún así, y a pesar de la lógica de los argumentos que pensaba, había una diminuta porción, una duda donde vivía una pequeña esperanza, que se negaba a abandonarme a pesar de las circunstancias. No poseía la certeza absoluta. Y esa situación dolía mucho más de lo que una negativa hubiera supuesto.

Por ello me decidí y me dispuse a matar a esa pequeña ilusión cuya existencia acompañaba cualquier pensamiento que tuviera. Era un acto suicida cuyas consecuencias irían acompañadas de dolor, pero entendí que era preferible entregarme a la realidad que vivir atormentada en un mundo de sueños e ilusiones.

Cada vez que lo recuerdo una sonrisa se me dibuja en el rostro. Han pasado siete años y, a pesar de todo, le sigo amando tanto o más como el día en el que le vi por primera vez. Sin embargo, no ha sido hasta hoy, día en que nos hemos casado, cuando he entendido que él siente exactamente lo mismo.

Dedicado a mi querida Neru, una bonita venganza que le prometí hace una semana :)