miércoles, 30 de junio de 2010

Tenochtitlan

¡Hola! Publica de nuevo Patricia ( pronto lo hará Inés) con un relato que viaja unos cuantos años atrás en la historia.

Nos gustaría agradecer al Anónimo sus dos comentarios, pues, además de que nos encanta su forma de escribir, nos alegra que haya leído y comentado en nuestro blog. Nos encantaría que siguieses leyendonos, comentando, así como también conocer tu identidad. Nos vemos pronto.

Quetzacoalt, dios y rey de Tula, dejó escrito en leyendas la profecía responsable de arrebatar el sueño a Moctezuma durante cuarenta noches sin luna: la caída del reino Azteca. En las más temibles pesadillas aparecían imágenes difusas, que representaban el ansia de un rey sediento por volver a erguir su imperio.
En Tenochtitlan se respiraba miedo y angustia. Las cosechas eran pobres y los pájaros proferían cantos marchitos. Comenzaron a ver montañas deslizarse por las aguas. Los cielos tornaron turbios, del mismo color que tiñe el infierno. Supieron que se trataba de voces divinas, la furia confinada de sus propios dioses.

De aquellas montañas navegantes, descendieron seres pálidos y lánguidos, como llegados del otro mundo. Vestían atuendos de fuertes telas, con adornos coloridos que rompían el paisaje, de un verde intenso. La profecía seguía su curso y Tenochtitlan se escurría entre los reductos de una población que caminaba hacia su fin.

Moctezuma colmó de dotes a Quetzacoalt, que había aterrizado desde lo más alto del cielo para ocupar de nuevo el trono despojado. Los enseres henchían la querencia de aumentar los tesoros a estos recien llegados dioses. Pasó a ser un fiel esclavo, y durante la noche, rezaba plegarias alrededor del fuego, consumiendo en cada lágrima el amor hacia su pueblo.

Quetzacoalt abandonó Tenochtitlan y Moctezuma cayó preso. Perdió la noción del tiempo y según cuentan, también la razón. Encerrado en la oscuridad de cuatro paredes húmedas, únicamente se valió de los recuerdos para seguir con vida.

Un día, un halo de luz despertó a Moctezuma de un profundo sueño. Quetzacoalt había regresado dispuesto a salvarle. Buscando el apoyo en los brazos del bienhechor, consiguió librarse de la cueva y sentir, como antaño, la frescura exterior. Pero una lluvia de flechas y piedras envolvieron a Moctezuma, que rodó herido, muerto y sepultado.

Fue el 13 de agosto de 1521, cuando Tenochitlan terminó definitivamente en manos de Cortés.


Patricia.

jueves, 3 de junio de 2010

Piensas demasiado.

Hola! hoy publico yo, Inés Abalo. Siento haber estado tanto tiempo sin publicar, pero aquí vuelvo con uno de mis más que fantásticos relatos. Disfrútenlo!

Nunca había aspirado a demasiado, era cierto. Sabía que había nacido obrera y moriría siendo obrera; era algo que no cuestionaba. De hecho, era de las pocas cosas que no cuestionaba.
Desde el principio supo que era diferente. No se conformaba con vivir. Quería saber por qué. Su familia, su gran familia, era feliz desempeñando su oficio, llevando a cabo aquello a lo que habían sido asignados desde pequeños, sirviendo a aquel personaje que hacía llamarse "Reina" pero al que, a ciencia cierta, nunca habían visto.
Sin embargo, ella pensaba. Intentaba resolver los interrogantes que siempre había tenido metidos en su cabeza. ¿Y si había algo más allá, tras el desierto que les rodeaba? ¿Y si aquellos temblores en la tierra eran producidos por algo, por algún ser extraño cuya existencia desconocían? ¿Y si aquellos pobres locos tenían razón al afirmar que había más seres como ellos?
En una ocasión había tratado de comentárselo a su hermana, y todavía recordaba la aspereza con la que ésta le había mirado:
-Piensas demasiado.
Y quizá fuera cierto. Quizá ninguno de aquellos interrogantes tuviera respuesta y no mereciera la pena intentarlo.
Al fin y al cabo era pequeña, diminuta, prescindible, insignificante, dentro de aquella gran y compleja sociedad a la que pertenecía. Al fin y al cabo, no era más que una hormiga.