martes, 9 de febrero de 2010

¿Destino?

En esta ocasión publico yo, Inés. Siento el retraso, pero me fue imposible publicar el domingo. Espero que os guste.


Esther Santos llega tarde. Como todas las mañanas. La manía de aprovechar hasta el final los últimos segundos que el sueño le otorga hace que siempre tenga que ir con prisas.

Coge las llaves y se dispone a salir de casa. Antes de cerrar la puerta, ve un pequeño bulto sobre el ropero. Se olvidaba la bufanda.

Piensa unos segundos.


Decide cogerla.

El viaje en metro le resulta monótono y aburrido. Como siempre. Alza la vista. El chico que se sienta frente a ella la mira. Es guapo. La sonríe. Se sonroja.

La megafonía del vagón anuncia que ha llegado a su destino. Intercambia una última mirada con él a modo de despedida y baja a la estación.

Anda unos metros. De pronto, alguien la toca el hombro. Se gira. Es él.

-Te has dejado la bufanda.

No puede evitar sonreírle. Aún no lo sabe, pero Esther Santos acaba de conocer a la persona con la que compartirá el resto de su vida.


Decide no cogerla.

El viaje en metro le resulta monótono y aburrido. Como siempre. Alza la vista. El chico que se sienta frente a ella la mira. Es guapo. La sonríe. Se sonroja.

La megafonía del vagón anuncia que ha llegado a su destino. Intercambia una última mirada con él a modo de despedida y baja a la estación.

Anda unos metros. Decide acelerar el paso para tratar de llegar antes y disminuir así la bronca que probablemente recibirá.

El día concluye con total normalidad.



Dedicado a Laura, mi prima, en recuerdo a aquella conversación en el viaje al museo de Sorolla. Porque, sinceramente, creo que hay muchas casualidades de las cuales solo percibimos una décima parte. Y porque no creo en el destino.

lunes, 1 de febrero de 2010

AB.

Hoy publica Patricia.
A quiere a B, pero todavía no lo sabe. B mira a A, y lo siente. B piensa en A. A piensa en A.
B bebe. Bebe y olvida. A deja de comer. B sufre por A. Lo sabe todo. Necesita escucharla para hacerla sonreír. Pero A sigue subida en su montaña de cristal. B no puede alcanzarla, porque destrozaría su frágil mundo. A observa su cuerpo vacío. El aire alimenta el débil entusiasmo por gustar a los demás. En el fondo está marchita.
A ve a B. El corazón de B bombea muy fuerte. Teme por su pecho, a punto de estallar. A y B se abrazan. AB

* * *

A llora, y le grita con furia. B se deshace, muy lentamente. A desearía no haberle conocido nunca. B haría lo que fuera para verla feliz. Está desconsolada. B es incapaz de recomponer sus pedazos.

* * *
A se tira en el sofá. Piensa en B. Lamenta haber perdido a la única persona que entendía sus palabras como algo más que un simple susurro. A no es más que el retazo impreciso de un alma predestinada a estar rota. A no es A sin B.

* * *

B la extraña. Se está volviendo loco. B se consume. Rompe los cristales. Piensa en A. Como cada noche. B no es B desde hace mucho tiempo.

* * *
B y A jamás podrán volver a amarse.
Patricia.