Tú nació exactamente cuatro meses
después que Yo. Dios había empleado la misma materia para crear a ambos pero,
por un fallo en el reparto, Tú se entregó con retraso.
El día que los creó Dios estaba
cansado.
Tejer almas agota a cualquiera y
tras una dura jornada de trabajo, y creyendo que nadie lo veía, Dios, como si
de un simple mortal se tratara, hizo un apaño. Sí, sí, un apaño: cogió el
montón de esencia que acababa de crear, destinado para dar a luz a una única
persona, y lo dividió en dos mitades. “Encargo del día finalizado” pensó orgulloso
tras exhalar sobre ellos su aliento. No pareció darse cuenta, hasta que no fue
demasiado tarde, de que la cantidad creada era insuficiente para originar a dos
seres completos.
Así surgieron Tú y Yo, inacabados
de nacimiento. Las casualidades del destino colocaron a cada uno en una ciudad
distinta, así que crecieron durante años sin conocer la existencia del otro.
Fueron tiempos felices en los que
no merece la pena detenerse: cada uno llevó su vida de la forma más sensata y
apacible posible. Probablemente Dios, preso de la más absoluta de las culpas,
se encargó de que nada importante les faltase, para tratar de remediar así el
error que la vaguería de aquel lejano día aún arrastraba. Sin embargo, con todo
y con eso, había algo que no funcionaba: los dos notaban un hueco cuya
explicación escapaba a sus mentes, por ser algo incomprensible para seres
terrenales. Estaban enteros pero algo les impedía sentirse completos.
Dicen que las esencias funcionan
como imanes, que por mucha que sea la distancia que las separe, terminan siempre
encontrándose. Desconozco si fue éste el motivo pero, sea como fuere, y por la
más remota de las suertes, Tú y Yo coincidieron a dos años de cumplir la
veintena, en un viaje que sin saberlo marcó el Antes de sus vidas.
Y así, poco a poco, la situación
cambió, configurándose por fin la pieza del puzle que ninguno de los dos
poseía.
Yo se sintió más Tú. Tú se hizo
más Yo. Y ambos comenzaron a pensarse en términos plurales.
Fue aquel el instante en el que nació
Nosotros. Y ni Tú ni Yo volvió a
sentirse solo.
A Tú de Yo. Por el año de Nosotros.http://www.youtube.com/watch?v=WrYo5Bsb28U
Es una maravilla, menuda imaginación. Besos
ResponderEliminarQué historia tan bonita :) para emocionarse ;)
ResponderEliminarBuen relato, platónico diría yo. La continuidad que buscamos, al fin y al cabo, como seres discontinuos.
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