-¿Por qué haces esto? –preguntó entre sollozos -¿No te das
cuenta del daño que haces?
Y entonces, por primera vez, la Muerte entendió. Y, en
silencio, se marchó al mismo sitio donde enviaba a todo aquel que visitaba. Un
lugar lejano, misterioso, donde la vida adquiría un significado distinto. Un
lugar incomunicado, accesible tan solo por el recuerdo. No vaciló, no
miró atrás. Caminó con paso firme y decidido, sometiéndose por fin a su propio
destino.
Aquel fue el día en que la Muerte murió. Y,a partir de
entonces el mundo vivió eternamente.
A mi abuelo. Porque a pesar de estos dos años, te sigo sintiendo vivo.
Esta vez solo te puedo decir una palabra: PRECIOSO...
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