jueves, 6 de diciembre de 2012

La historia de Tú y Yo

Publico de nuevo yo, Inés, en esta ocasión con una especie de cuento al que tengo especial cariño. Espero que os guste ;)

Tú nació exactamente cuatro meses después que Yo. Dios había empleado la misma materia para crear a ambos pero, por un fallo en el reparto, Tú se entregó con retraso.
El día que los creó Dios estaba cansado.

Tejer almas agota a cualquiera y tras una dura jornada de trabajo, y creyendo que nadie lo veía, Dios, como si de un simple mortal se tratara, hizo un apaño. Sí, sí, un apaño: cogió el montón de esencia que acababa de crear, destinado para dar a luz a una única persona, y lo dividió en dos mitades. “Encargo del día finalizado” pensó orgulloso tras exhalar sobre ellos su aliento. No pareció darse cuenta, hasta que no fue demasiado tarde, de que la cantidad creada era insuficiente para originar a dos seres completos.
Así surgieron Tú y Yo, inacabados de nacimiento. Las casualidades del destino colocaron a cada uno en una ciudad distinta, así que crecieron durante años sin conocer la existencia del otro.

Fueron tiempos felices en los que no merece la pena detenerse: cada uno llevó su vida de la forma más sensata y apacible posible. Probablemente Dios, preso de la más absoluta de las culpas, se encargó de que nada importante les faltase, para tratar de remediar así el error que la vaguería de aquel lejano día aún arrastraba. Sin embargo, con todo y con eso, había algo que no funcionaba: los dos notaban un hueco cuya explicación escapaba a sus mentes, por ser algo incomprensible para seres terrenales. Estaban enteros pero algo les impedía sentirse completos.
Dicen que las esencias funcionan como imanes, que por mucha que sea la distancia que las separe, terminan siempre encontrándose. Desconozco si fue éste el motivo pero, sea como fuere, y por la más remota de las suertes, Tú y Yo coincidieron a dos años de cumplir la veintena, en un viaje que sin saberlo marcó el Antes de sus vidas.

Y así, poco a poco, la situación cambió, configurándose por fin la pieza del puzle que ninguno de los dos poseía.
Yo se sintió más Tú. Tú se hizo más Yo. Y ambos comenzaron a pensarse en términos plurales.

 Fue aquel el instante en el que nació Nosotros.  Y ni Tú ni Yo volvió a sentirse solo.
A Tú de Yo. Por el año de Nosotros.

http://www.youtube.com/watch?v=WrYo5Bsb28U

 

3 comentarios:

  1. Es una maravilla, menuda imaginación. Besos

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  2. Qué historia tan bonita :) para emocionarse ;)

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  3. Buen relato, platónico diría yo. La continuidad que buscamos, al fin y al cabo, como seres discontinuos.

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