domingo, 17 de enero de 2010

¡Hola! publico con una semana de retraso, pero me ha resultado imposible hacerlo antes. Aquí os cuelgo el nuevo relato. ¡Un saludo!
Hace muchos años poseía una visión distorsionada del mundo. Temía las arenas movedizas que atrapaban a los hombres en "Tarzán". El corazón se me encogía y cerraba los ojos suplicando que no me pasara nunca. Hasta que, un día, empecé a hundirme en el fango. Me pilló desprevenida y no sabia qué hacer. Tenía la certeza de que todo había terminado. Fue entonces cuando mi pie palpó algo duro, y, desesperada, me impulsé con la mayor fuerza posible. Corrí sin mirar atrás como si fuera la protagonista de mi propia película. Perdí un zapato nuevo, y olvidé los yogures de cristal.
La espina bífida de mi tío me hacía creer que nuestra familia había sido condenada por una terrible maldición. Que mis antepasados eran poderosos brujos y por culpa de un error fueron descubiertos. Él pagó el castigo y muchas veces me daba pena. Aún así, seguía sintiéndome especial.
No encontraba mejor modo de defenderme que las amenazas. Y es que mi Primo Paco, de metro noventa era, no hace tanto tiempo, un gigante ante mis ojos. Por supuesto el hecho de tener un gigante sangre de mi sangre, era un arma letal contra cualquier intento de burla.
Mis estrambóticas maías irritaban a mi madre. Mascaba gomas de borrar y teñía los chicles. Para probar nuevas cosas, vaya. Una tarde me apetecía inovar. Descubrí que al frotar las minas de los lápices en la bañera se desprendía un fino polvillo infalible para luego cubrirte la piel. Poco a poco me fui manchando hasta que , sin yo notarlo, era totalmente gris. Supuse que debía hacer algo, y que mejor opción que presentarme como un marciano. Así lo hice. Aparecí en la habitación de mi hermano y lo solté de golpe. Se puso a llorar, claro.

Lo que viene después es fácil imaginarlo.

Tardé varios dias en recuperar mi verdadero tono de piel.

Era pequeña y la imaginacón me jugaba malas pasadas. Es ahora cuando soy consciente de que se trataba de un charco de barro y que, por mucho que me gustara, mi primo no era un ser excepcional.

En fin, son cosas de las que me doy cuenta según van pasando los años.
Patricia.

3 comentarios:

  1. Como no iba a ser de otra forma, magnífico

    (Y atrévete a negarlo)

    ResponderEliminar
  2. Otro tema interesantísimo: la inocencia racional y emocional de la infancia :)

    No sé muy bien qué decir de él, excepto que te mereces todas las alabanzas del mundo ^^

    Cuándo dejarás de sorprendernos, patri?

    ResponderEliminar
  3. Quién no ha soñado alguna vez con todas estas cosas? y quién no sigue haciendolo de vez en cuando?

    seguiremos soñando a la sombra del viento

    NG

    ResponderEliminar